Sin prisa pero sin pausa

«Quien algo quiere, algo le cuesta». Todos conocemos el refrán. Y también el que asegura que «No hay que dejar para mañana lo que se puede hacer hoy». Lo complicado es ponerlos en práctica, cuando es tan sencillo encontrar excusas o distraerse por el camino

Sábado, 25 de Febrero de 2012 – imanol querejeta y javier vizcaíno

J.V.: Siguiendo con el refranero, también se suele decir que «El que la sigue la consigue». ¿Será siempre cierto?

I.Q.: La verdad es que muchas veces es así y lo que sí te puedo asegurar es que la mayoría de las veces que alguien no la sigue, no la consigue. Es imposible ni tan siquiera que te toque la lotería, que es un juego de azar, si no compras al menos un décimo y, por supuesto, tienes más probabilidades de que te toque cuantas más participaciones tienes. Siempre y cuando no suponga un atentado al respeto de gente de bien, hay que insistir en la búsqueda de lo que nos parece pertinente y/o justo.

J.V.: ¿Qué diferencia a una persona perseverante y constante de otra que no lo es?

I.Q.: Que el perseverante no se desanima, no se rinde y tiene un método de trabajo y unos valores que otras personas no tienen. Por supuesto que hablo de todo aquello que no sea lesivo para alguien, porque entrar a robar siempre el mismo comercio es un acto de perseverancia que hay que repudiar. Por el contrario, el que no es perseverante se aburre rápidamente o cambia de tercio cuando surgen las primeras dificultades al intentar conseguir un logro.

J.V.: Supongo que antes de dedicarle esfuerzo y empeño a algo es importante convencernos de que merece la pena y que de verdad lo queremos.

I.Q.: Yo estoy contigo. Cada uno, de acuerdo con sus valores, dedica el esfuerzo a la búsqueda o al logro de algo que le parece necesario, pertinente y justo. Es recomendable conocer todo lo que podamos de aquello que queremos abordar, porque eso nos prepara para afrontar las dificultades que otros ya han tenido al llevar a cabo esa tarea u otra parecida.

J.V.: También es fundamental (cuántas veces lo habremos dicho aquí) plantearnos metas realizables y no pretender alcanzarlas en diez minutos.

I.Q.: Así es. En la vida los objetivos han de estar bien establecidos y bien planteados. Los objetivos deben ser alcanzables y hay que ser pacientes en la ejecución de aquello que te lleva a conseguirlos. Lo contrario, es decir, querer conseguir metas inalcanzables o en un tiempo muy corto puede ser reflejo de una obstinación -o si se prefiere, terquedad- esterilizante.

J.V.: Una vez puestos a ello, hay que saber dosificarse. Si quiero prepararme para correr una maratón, no puedo empezar dándome una paliza de veinte kilómetros.

I.Q.: Claro. He dicho más de una vez que vivir es acumular experiencia y que el aprendizaje es algo fundamental. El entrenamiento te enseña a sufrir, a dosificarte y a resistir ante un esfuerzo físico; pues lo mismo ocurre ante los esfuerzos mentales.

J.V.: Inevitablemente, surgirán dificultades. ¿Cómo las hacemos frente para no desistir al primer obstáculo que nos encontremos por el camino?

I.Q.: Si nos educamos en marcar objetivos alcanzables, tenemos una parte muy importante hecha, que es un método para establecer logros; el resto es enunciar el problema que tenemos que afrontar tantas veces como sea necesario para dar con las fórmulas para resolverlo. La paciencia, la coherencia y la implicación son herramientas que acompañan siempre a la perseverancia.

J.V.: ¿Puede ser contraproducente dedicar mucho tiempo a pensar en ello? Algo muy típico, por ejemplo, en las dietas: pesarse cada diez minutos.

I.Q.: Eso que planteas de insistir en medir algo en un espacio de tiempo breve es un error que mucha gente comete. Lo de las dietas es una especie de enfermedad porque el peso no se pierde en unas horas, ni en unos días. Con ello, insistir en medir lo que no varía con la intención de que no pierda valor es un objetivo mal planteado. Suelo decir que todas las obras de arte se tienen que ver tanto de cerca, para apreciar la técnica, como de lejos, para apreciar la composición y disfrutar de lo que ves apoyado por la perspectiva. De la misma manera, muchas veces el mejor modo de rematar una tarea es alejarte un poco para ver lo que te ofrece esa nueva perspectiva, esa nueva visión.

J.V.: Supongo que también es recomendable no embarcarse en muchos empeños a la vez. Perder peso, dejar de fumar, sacarse el EGA y el carné de conducir…

I.Q.: Como en todo habrá excepciones, pero no está al alcance de muchos hacer tantas cosas a la vez con buenos rendimientos. Esto que planteas es una manera bastante probable de sufrir de estrés y enfermar. Si nos organizamos y, por supuesto, nos aplicamos, la vida nos da tiempo para aprender muchas cosas compatibles y para hacerlo bien si somos pacientes.

J.V.: ¿Y si después de haberlo intentado una, otra y otra vez, no lo conseguimos? ¿Cómo administramos los fracasos para que no se conviertan en frustraciones?

I.Q.: Pues admitiendo que a veces, además de perseverar, hay que tener habilidades de las que no disponemos y que el objetivo está mal planteado. En estos casos hay que ser honrado, autocrítico y volver a enunciar los problemas para buscarles otras soluciones.

J.V.: Además de con el ejemplo, ¿cómo transmitimos a nuestros hijos que merece la pena dedicarle tiempo a algo y que no hay que rendirse a la primera?

I.Q.: Pues estando siempre cerca de ellos, a pesar de que a medida que se van haciendo mayores nos evitan porque no les gusta que les vean con nosotros y nos llaman pesados por cualquier cosa. Si nos rindiésemos con ellos, creo que andaríamos todos un poco peor.

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